01 noviembre 2009

LA NAVIDAD 72

Con esta sumaba setena y dos Navidades, y todo seguía exactamente igual. Los mismos villancicos de siempre, la misma nieve helada, y el frío, que se enterraba hasta las entrañas de los huesos. Disfrutaba la costumbre de sentarse en el magullado sillón de piel y mirar por la ventana. Se divertía observando como la gente paseaba sin sospechar que alguien les espiaba. Y entonces se dio cuenta. No era el único a quien eso divertía. Un hombre, con gafas oscuras y bufanda, miraba su ventana fijamente. Desde hacía varios días. No le dejaba vivir. Le costaba respirar sabiendo que era observado; los pulmones no respondían bien y el pecho bombeaba demasiado rápido. Corrió la cortina y fue al dormitorio. El miedo era terrible y su único amparo era la absoluta oscuridad. Así continuó hasta olvidar la luz y el calor del sol, que derriten muñecos de nieve, con gafas oscuras y bufandas, en aceras anchas, delante de edificios viejos.
©TIMOTHY'09