28 febrero 2010

Errores.

Me hace gracia que yo deba pagar por los errores de mis padres. O por los de mis hermanos. O mis amigos por los míos. 
Me hace gracia la necesidad inapagable de la gente de clasificar a las personas entre buenas o malas. Queridos, el gris también existe.
Me hace gracia que me taxen de algo porque he oído que o parece que, ¿nos conocemos de algo? ¿No? Pues te callas, mongólico.
Me hace gracia que la gente se crea con todo el derecho del mundo a opinar sobre tu vida, juzgar tus acciones y castigar tus errores (eso sí, casualmente nos acostumbramos a olvidar de alagar los méritos).
Me hace gracia que se me perdone pero no se olvide en lo que a mi respecta, mientras se es tan amigo de otras personas que han hecho lo mismo, o algo peor. No, no, pero esto es diferente...
Me hace gracia que la gente tenga prejuicios absurdos de los que ellos mismos forman parte, pero se autoexcluyen, que siempre resulta más fácil que pensar y dejar de ser un prejuicioso de mierda.
Me hace gracia que la gente insulte o ataque basándose en aspectos de seres queridos, porque del "contrincante" no pueden criticar nada. Bien, ¿pues entonces qué estamos haciendo? A parte del ridículo, digo.
Me hace gracia que se nos utilize y manipule. "Enseñanza secundaria obligatoria" porque el analfabetismo es una aberración que deberíamos exterminar... Genial, pero aquí se paga hasta para examinarte en selectividad.
Me hace gracia que se vaya de supermegaprogresista, y tu amigo que folla mucho sea el putísimo amo, y tu amiga que folla mucho siga siendo la zorra del pueblo.

Me hacen gracia muchas cosas pero, fijate bien; no me río. 
©TIMOTHY


25 febrero 2010


Es curiosio darse cuenta de como todas las generaciones tienen sus anécdotas comunes, sus pasatiempos y diversiones específicas. Star Wars, quizás, fue la primera saga que marcó a toda una generación; Son Goku, de Dragon Ball, también es un personaje mítico que acompañó muchas infancias; pero mi generación, la del 91, ha crecido con Harry Potter, ese niño flacucho e indefenso, de ojos verdes y gafas redondas, que resultó ser mago.
Todavía recuerdo la primera vez que oí hablar de Harry Potter, fue durante las navidades de mis once años, cuando el tío me cagó el segundo libro de la saga, Harry Potter y la cámara secreta. Tardé menos de dos semanas en leermelo, y luego vi la primera película, y me obligué a leerme también el primer libro. Me quedé enamorada. Sobra decir que en cuanto fueron saliendo los siguientes volumenes los fui deborando como si en ello me fuese la vida. Pero lo curioso es que yo, y mi generación en general, hemos crecido con esos personajes. Cuando yo tenía once años, Potter tenía once años; y así sucesivamente. Como anécdota añadiré que aún me río al recordarme a mi misma sentada en la puerta de mi casa, con once años de edad, convencidísima de que, en cualquier momento, divisaría una lechuza en el horizonte, volando hacia mi, para traerme una carta de Hogwarts, el famoso colegio ingles de magia y hechiceria. También Rowling creció con nosotros en su manera de escribir la saga.
Sin embargo, y aunque es obvio que el mundo de Potter me fascina, no puedo dejar de sentirme defraudada por el pésimo tratamiento que se le ha dado. Y no me refiero solamente a los guiones de adaptación cinematográfica, que de tan enfocados que están a un público concreto se olvidan de plasmar la esencia que contiene la saga. Me refiero, más que nada, al poco jugo que Rowling ha decidido darle a sus personajes.
Me explico: Harry Potter, como ya he insinuado, está dirigido a un público joven, adolescente, y tal vez sea por eso que la autora omite las tramas más fascinantes que ella misma ha creado. No entiendo como no ha explotado más toda la historia de Draco Malfoy -que, recordemos, es un niño que ha sido sometido a una educación muy específica y que ha ido repitiendo las ideas y palabras de su padre, hasta tal punto de cometer el mayor error de su vida, del que se arrepentirá a la corta edad de dieciseis años, justo cuando tome conciencia de que ya no hay marcha atrás. Porque sí, realmente es el tratamiento que se le da a Draco Malfoy lo que más me indigna de Harry Potter.
Por otro lado, y a pesar de a quien van o no enfocados los libros, Potter no son unas novelas para adolescentes, ni mucho menos para niños. En Potter se tratan temas tan horribles y reales como la guerra, las discriminaciones, las traiciones, la amistad, la trotura, el abuso, el chantaje, la lucha interna entre el bien y el mal y, sobretodas las cosas, la corrupción que dan el poder y las ganas de adquirirlo, a la par que el sentimiento de inferioridad respecto a los demás que muchas personas sentimos a lo largo de nuestra vida. Es una saga realmente profunda a la que se le ha sacado poco partido -aunque soy perfectamente consciente de que Rowling la ha creado, y a gusto de Rowling será escrito y publicitado-, pero no puedo evitar sentirme un poco engañada.
Para mi, Potter era una bíblia (nunca al nivel de el caballero de la armadura oxidada, pero eso es un tema aparte). Un conjunto de metáforas exquisitas que nos dejaban aprender de la mano de nuestro héroe favorito (o antihéroe en el caso de Snape o Malfoy), pero que, al final, acaba perdiéndose en las nimiedades de lo bueno que es el protagonista, y olvidandose de la importancia de plasmar sobre el papel las guerras y desgracias interiores de algunos de los personajes secundarios mejor logrados.
Tampoco es que tenga mucho más que criticarle a esta autora, pero me duele ver como una saga esplendida, con un mundo nuevo y personajes reales, se ha visto en decadencia hasta terminar convertida en un fenómeno de masasº.


ºCuando digo fenómeno de masas no me quejo de la fama de Harry Potter, si no del gusto ágrio que se me queda en la boca cuando pienso (y tal vez alucino) que al final, tras tantísimo éxito, ya se escribía pensando en eso, en el éxito que debía seguir teniendo.
©TIMOTHY

15 febrero 2010

Me dan ganas de vomitar y de llorar cuando pienso esto.

 
Basta ya con el rollo de tener siempre la puta boca cerrada.


Hace tiempo, cuando todavía no tenía demasiado claro el tema de mi Treball de Recerca, pensé en hacerlo sobre los antecedentes de Drácula, ver un poco en qué se había basado Stoker para escribir esa genialidad. Y así fue como acabé leyéndome la historia de Dracul y de Elizabeth Bathory. Y fue una experiencia horrible.
Ese tema para el trabajo me parecía espectacular, una gran opción, pero, sencillamente, fui incapaz de estudiarme eso, de escribir sobre eso. Hay cosas que soy demasiado cobarde para afrontar.
Leer como Dracul empalaba a tort i a dret o como Bathory mataba por llana locura, pensar en Jack el Destripador, o en Manson, en la Inquisición o en la matanza de los primeros Cristianos, o en las injusticias de la religión de Alá... Me ponía enferma, y todavía lo hace.
Cuando leía la biografía de Dracul para el trabajo, lloré, y lloré muchísimo. Realmente sufrí como pocas veces. Recuerdo una indignación increíble ardiéndome en la sangre. Una humillación contra mi especie y un estado creciente de verguenza ajena.
Y ahora, que acabo de betear un relato sobre torturas y torturas, me pregunto si hemos cambiado en algo. La respuesta es que no.
Toda esta gente, toda esta chusma, panda de enfermos que matan sin remordimiento, Bush -por ejemplo- y sus mierda de intereses de la puta industria armamentística. 
A la mierda con todo.
Dracul estaba enfermo, eso, para mi, es más que obvio. Bathory estaba realmente ida. Manson era un loco y Jack el Destripador otro que tal. Pero ¿y Bush? ¿Y toda la gente, de hoy en día, que sigue matando porque cree que así su puta economía de mierda irá a mejor? ¿Estan enfermos? ¿Es esto la maldad es su peor estado?
Nunca, nunca he creído en la pena de muerte, y cuando leí por primera vez El Señor de los Anillos me di cuenta de porqué. Todavía recuerdo, como si lo estubiese leyendo ahora mismo, cuando, en las Minas de Moria, Frodo le pregunta a Gandalf que por qué no mata a Gollum, y éste le responde ¿Puedes devolver la vida? Pues entonces no te apresures a dispensar la muerte, pues ni el más sabio conoce el fin de todos los caminos. Y me pareció genial, sencillamente genial.
Ahora lo veo como una paradója. ¿Por qué debo tener piedad yo con aquellos que no la tienen con nadie? La muerte tal vez sea una extremo demasiado pasional -sobretodo por el estado de indignación, humillación, enfado y asco que siento ahora mismo-, pero juro que yo tengo a Dracul delante, y le mato.
No me creo en posesión de la verdad, ni con el suficiente discernamiento para juzgar a nadie, pero la impotencia acostumbra a cegarme, y me siento realmente impotente delante de esta mierda de mundo que no hace más que empeorar.
Tengo la sensación, o la paranoia, de que estoy supermegaunida con el Universo, y por eso me afecta tanto lo que veo que pasa en él. Y luego pienso que es porque soy una exagerada de mierda. Sea como sea, esto no puede seguir así. No debe seguir así. Y lo que más me enfurece de todo es que no veo cómo coño cambiarlo.
Sé que no podré ser feliz nunca si esto sigue pasando, porque soy así de ingenua y de subnormal. O por lo menos, no tendré la conciencia tranquila si sé que no estoy haciendo absolutamente nada para cambiar lo que tanto odio que pase. Odio, esa es la palabra justa. Así que, a partir de hoy, intentaré poner mi granito de arena en cada cosa que haga, en cada cosa que diga.
Tal vez no sea de gran ayuda, pero a la mierda hombre, por lo menos podré dormir, y seguramente ya sea bastante más de que lo hace la puta mayoría de la gente (fijaos que digo gente y no personas, porque de lo segundo ya quedan demasiado pocas).
©TIMOTHY

14 febrero 2010

¡Estoy indignadísima!

Estoy super indignada, ostia ya, y con un montón de cosas que no tienen nada que ver entre ellas, pero que todas me tocan los cojones, de una forma u otra. No suelo hacer posts de estos, ahí a fulísimo, pero no me encuentro bien, no he salido en todo el día, y creo que voy a rebentar. Asíq ue me he dicho pues desahogate y aquí estoy, citando algunas de esas cosas que me ponen enfermas, y con las que no puedo (bajo ningún concepto):

-Que la gente escriba los sms o en msn siempre en mayúsculas, no lo soporto, parece que me esten gritando.

-Que la gentuza con la que me hablo (por error) te exija cosas que ellos nunca harían por ti.

-Que Rowling sea una imbécil rematada, que ha creado un mundo fantástico al que ha decidido no darle el menor partido, escribiendo la puta saga enfocada para niñitos adolescentes, ignorando tooodo el jugo que podría sacar de sus personajes si se lo hubiese propuesto.

-Que haya millones de escritores buenisimos (como la escritora de "El misterio del monasterio") a los que no conozca nadie. El mundo está muy mal compensado.

-Que me pregunten ciertas cosas de mi vida privada (me pone histérica).

-Que mi abuela me pregunte si todavía la quiero.

-Que ya nadie luche por nada, y que a todo el mundo le sude todo la polla.

-Que ese gilipollas sude de mi cara, ¡venga hombre!, tu verás lo que te pierdes (y en quien te fijas, porque francamente...)

-Que no se me ocurra nada más que poner como ejemplo de algo que me indigna, cuando sé que me indignan el 50% de las cosas de este puto mundo.


Ooohj, estoy enfadada, y ahora también frustrada, y me iré a leer o a escribir o a loquesea porque me volveré loca.
A cascárla.

©TIMOTHY

10 febrero 2010

Seguro que me recordareis de posts como...



Andrómeda es una chica muy peculiar (es muy suya, en sus cosas). Para que vayamos recordando acontecimientos anteriores y podamos perfilar con más detalle al personaje en cuestión, recordemos, por un instante, el puntiagudo tema de Txus. ¡Y ahora hay segunda parte! (personalmente espero que esto desarrolle en saga). Al segundo tomo podriamos titularlo "en los entierros no se paga", "muerete tu también, puto maleducado" o "como mi madre haga esto (que sé que no lo hará) la cojo y la arrastro de los pelos".
La cosa -si no recuerdo mal, cosa que últimamente es muy común-, ha empezado porque el otro día, a Andrómeda, una señora le dio un folletín para rezar a Dios en caso de enfermedad. Bueno, Andrómeda cree que esto es una tontería: en primer lugar, porque Dios no está en todas partes, está en otro planeta; y en segundo lugar, porque si estás enfermo, estás enfermo (¡haber pedido muerte!). El rollito que sigue es que (y aquí yo ya no sé cómo cojones hemos ido a llegar) Andrómeda se quejaba, y con algo de razón lógica, sobre el hecho de que, en las Iglesias, te pasen la hucha del cerdito rosa incluso en un funeral. 
-Es pá meternos un tiro todos y suicidarnos.
Bueno, a ver... A ver, no fuesemos a generalizar indebidamente (que yo no tengo nada que ver en esta movida, y los tiros me dan pavor). Por otra parte, si que me parece algo ofensivo intentar hacer recaudación económica cuando "el cliente" acaba de perder a un ser querido (o no, porque las tías que siempre te abrazan demasiado fuerte, parecen más un hombre que una mujer y nunca sueltan un duro, al final también se mueren), pero normalmente a la familia se le tiene afecto, y sí, estoy deacuerdo con Andrómeda; de muy mal gusto. No obstante, debo puntualizar, que la afirmación del tiro me parece un poco precipitada (el lado bueno es que no te puedes arrepentir de la decisión).
Blablaente: Pero las iglésias necesitan dinero para los gastos de agua, luz, personal...
Andrómeda: Pues que limpien los devotos.
(que, por cierto, me acabo de fijar que la palabra devotos tiene muchos números de venir de la gente que hace los votos religiosos, los votos, los votos, de votos, devotos, ¡oh! ¡Que curioso!)
Blablante: No, eso está prohibido. Porque ya ha pasado que esta gente se hace daño curring curring en la iglesia y sin contrato ni seguro ni ostias (ja  ja), y luego denuncian.
Andrómeda: Que hijos de puta que son todos.
Blablante: Esto es como cuando sales a la calle, la acera está mal, te caes y denuncias al Ayuntamiento. Pues si ganas, cobras (¡y un pastón del bueno!).
Andrómeda: ¡Claro! (con tono de la ironía) ¡Lo queremos todo perfecto, no? ¡Pero si ejjque lo perfecto no existe!
Risa.doc: Ya, pero a ver, para eso pagamos impuestos.
¡Bien! ¡STOP! Esa es una idea interesante. ¿Queremos un mundo perfecto? Sí. ¿Cómo intentamos conseguirlo? Luchando, no. Pagando, sí. Eso es tristísimo (pero eh, también es comodísimo). Pagamos una cierta cantidad de impuestos y esperamos a que todo esté perfecto, y obviamente, si no lo está, nos creemos ahí con todo el puto derecho del mundo de quejarnos. No, no, no. Y más no. No me refiero al caso concreto de alguien que se cae por la calle y bla-bla, porque eso es una chorrada, hablo en un plano más general (e incluso, los más listos, pueden irse por las ramas y ver el rollo de "los impuestos" como una metaforilla de esas cutres, pero que siempre quedan bien). El mensaje de fondo de esta idea, es que no podemos quejarnos de que algo va mal cuando no hacemos absolutamente nada para cambiarlo (y me la pela si pagas muchos impuestos sanitarios, porque bien que luego vas a urgencias hasta por un puto constipado. ¿Y nos quejamos de las colas quilométricas del rollo? ¡Dejad de ir ya por cualquier chorrada al puto médico! (a la infermera o a urgencias), y no me estoy patillando esto, porque aunque suene patético 10 (en la escala del 1 al 10 del patetiquismo), mi madre es infermera y juro por Dios que cuando la gente se aburre va al médico de cabecera, por lo menos en esta puta ciudad).
Andrómeda: Eso que dicen "haber nacido es el mejor regalo..." ¡Los cojones!
De esta frase sólo quiero añadir una pequeña acotación (ya que Andrómeda se expresa muy clarito ella sola), y esque la vida no es "el mejor regalo", la vida es "el regalo", porque una vez aquí no te regalan ni una sonrisa.
Andrómeda: Deberíamos vivir en cuevas todos.
Risa.doc: Pues vete.
¡Muy bien! ¡Muy - bien! Ese Risa.doc ahí: si predicas algo, hermosura, predica también con el ejemplo. Basta de gente que se cree muy cool por ir de hippie con el rollo rastas, trencitas y el pelo guarro y hecho una mierda. Basta ya de tantísima hipocresía social. Que no nos timen más, joder. No soporto a la gente que habla sin saber de qué coño está pelifarrando, no puedo con ellos; pero todavía soporto menos a los listillos incultos que "yo soy super guay antiracista, pero no, no vayamos a cenar al kebap poorque, verás, lo llevan unos moros, y no se yo si esta gente y la higiéne... Ya me entiendes, ¡y no es por criticar eh! Que yo soy super hippie".
Pero Risa.doc sigue con sus frases cortas y concisas:
-El problema de esto es un problema muy, muy de fondo.
A lo que Blablaente -que ya iremos viendo que pocas veces logra reprimirse el instinto básico de hablar-, añade:
-El problema de fondo es la respuesta a la pregunta "¿y qué hago con mi vida?".
Y des de luego, el sabio Blablaente, acostumbra a tener razón: esa pregunta es un coñazo, un tostón, una putada. Es la típica pregunta a la que todo el mundo le gustaría tener la respuesta, la mayoría dice que la tiene (y algunos incluso se creen tenerla de verdad), pero tan sólo la minoría goza de una contestación en toda regla.
Tras esta breve intervención de Blablaente, la cual me resulta muy interesante, nos enfrascamos en una animada discusión (siempre en el mejor significado de la palabra), sobre la felicidad, el dinero y la necesidad -en otras palabras, sobre la necesidad del dinero para alcanzar la felicidad-, llegando a la conlcusión de que, nos guste o no, el dinero siempre ayuda (y por lo general ayuda mucho) a lograr una felicidad (sin entrar en el rollo de felicidad artificial, y todo eso).
-Pero ojalá no fuese así.
Porque Andrómeda, nos caiga bien o nos caiga superbien, también tiene frasones interesantes.
Y Blablaente sigue en su onda:
-La existencia, ya se sabe... Gente con esa sensación de que no hace falta aquí, de que su existencia es completamente prescindible. Cuando vivo, tengo que darle una respuesta a mi vida.
Y, posteriormente, añade:
-Yo creo que, lo que realmente hace falta aquí, es que tengais ideales. A vuestra edad (entre 17 y 20), teneis una gran capacidad de aprendizaje, y por eso debeis forjar ahora vuestros ideales, porque es ahora cuando podreis modificarlos y mejorarlos. Comeos el mundo. "Mi vida no me gusta", ¡pues cambiala!
Y sí, sí: vuelve a tener razón (que es lo que decíamos antes). Nos quejamos de infinidad de cosas de nuestra vida diaria, de nuestra sociedad, ehh, paremonos un momento a pensar, ¿quejarnos o cambiar dichas cosas? Wo, wo, wo, ¿camino fácil y quejadoso, o más chunguillo, estresado, complicado, difícil a la par que satisfactorio?
Luego hemos pasado a hablar, gracias a nuestra simpática Andrómeda, de los nuevos pijos, esos chavales que gastan más dinero en ropa y estilo cool de lo que me he gastado yo en toda mi vida (y, debo añadir, que aunque Andrómeda critica ese "estilo de vida" de estos insensatos adolescentes a todo chorro de voz, yo no lo veo tan mal, al fin y al cabo, el dinero es suyo, y tienen legítimo derecho a hacer con ello lo que les rote por el forro de los cojones, aunque, obviamente, yo también preferiría que llevaran un pantalón de veinte pavos en vez de de doscientos, y que el resto (pongamos, cientoochenta), se fuera directito para África, a acabar con el hambre).
-Nos estamos volviendo locos, ¡el mundo se esta volviendo loco! -dice Andrómeda siguiendo con el tema de los niñitos (¡y niñitas!) pijos, y que quieren crecer demasiado deprisa-. Me da asco la gente, y mira que yo antes no era así, y siempre ayudaba a todo el mundo. ¿Pero para qué ayudar a la gente? Si mañana te morirás y se olvidarán todos de ti.
Esta es una visión sumamente pesimista de la vida, que ni si quiera me voy a molestar en rebatir (a mi todo me parece bien). Pero des de luego, esa no es la actitud más apropiada para que "la gente" te recuerde y, obviamente también, "la gente" nunca te va a recordar, no eres nada (ni serás) para ellos, las "personas" son las que te recordarán. Y con eso deberías contentarte.
Andrómeda: Quedan muy pocas personas buenas.
Y justo cuando yo iba a hablar por primera vez en toda esta saga de clases de religión perdidas para discutir (y hundir sin piedad alguna) esa afirmación, Andrómeda continuó hablando (y me ahorró la molestia de hablar a mi)...
-Bueno, no, no. No es que la gente sea buena o mala, es que la gente hace cosas buenas o malas, y normalmente son malas.
Esta reflexión, con la que estoy completamente deacuerdo, la generaliza en la juventud de hoy en día, y sigue:
-Si el futuro de la sociedad somos nosotros [juventud]... ¡Ojalá que se acabe el mundo!
Blablaente: Esa es una mala actitud, Andrómeda. Tu tienes que pensar que aunque todo el mundo actúe mal, a ti no tienen porque arrastrarte también con ellos. Que [+anécdota de la mili que no voy a poner+] dos a dos, hacen dos mil.
A partir de aquí, hay un vacío casi insultante en mi memoria, pero se que hemos empezado a hablar de invasiones (o no), pero Blablaing se ha reído vilmente de nosotros:
-Imagínate que vienen los franceses y nos invades... ¡Pues aprendemos francés!
El Alto: Uiix, no, no, no, eso no va así Blablaente. Eso incluye la pérdida de las libertades, ¡de nuestras libertades! Y eso no mola. No se puede permitir.
Y, para ir acabando con este inacabable post, citar otra laguna memorística, y la coletilla final de "la clase" de religión de hoy (porque sí, todo esto ha sucedido hoy mismo, y no, no he podido resistirme a esperar más tiempo para transcribirlo).
Andrómeda: ¿Vivir la vida? ¡Vivir la farsa esta que te hacen creer que es vida! Estudiar, trabajar... ¿Y a ver, de qué te sirve eso?
El Amigo: Estudiar, por ejemplo, te sirve para decir lo que estás diciendo ahora, porque sin estudios y sin formación no sabrías nada de nada.
(Y no podrías criticar nada de nada, hermosa Andrómeda).


La conclusión que saco yo de todo esto (porque hoy sí que la tiene), es que Andrómeda me cae bien, es una chica que me gusta mucho como hace las cosas. A ver, creo que (a veces) defiende gilipolleces, como Txus como ser extraterrestre, pero dado que yo no estoy en posesión de la verdad, mejor no hablar mucho. Pero eso no es lo importante, lo importante es que Andrómeda es un personaje muy raro, casi en peligro de extinción, entre los jovenes y adolescentes de hoy en día: Andrómeda defiende aquello en lo que cree, con un par de cojones (aunque, si que es verdad, que esta actitud es perfecta siempre que sea moderada, porque debemos aprender a escuchar la opinión de los demás, que como mucho nos dejará indiferentes, pero que suele contribuir a reformar y mejorar la nuestra).
Es decir, Andrómeda de mayor, si encuentra la respuesta a la pregunta blablaentiana ¿qué sentido tiene mi vida?, será una tía muy, muy feliz (o como mínimo, así lo espero y se lo deseo yo, des de mi humilde legado), porque luchará por esa respuesta, hasta tal punto, que será practicamente imposible que no logre alcanzar objetivos considerablemente importantes a la par que cercanos a dicha respuesta (que, entendemos, es el fin al que queremos llegar, la felicidad que todos andamos buscando).
©TIMOTHY

05 febrero 2010

Intrucciones para un secador


Hay dos tipos de formas de decir que no se sabe alguna cosa. La primera es decirlo claramente:
-Mira tío, no sé de qué coño me estás hablando, así que búscalo en Google.
Y la otra es hacer un estupendo rodeo (que a veces puede resultar divertido de tan inverosímil), para acabar diciendo:
-Deje ahí su petición de lo que le gustaría saber, y ya luego nuestros expertos se encargaran de adquirir la información que usted necesita ahora mismo, y no dentro de dos meses, así que lo sentimos mucho, pero se va usted a tener que joder.
Todo esto lo digo por una inolvidable experiencia personal. El otro día, de hecho ayer, buscando por internet instrucciones sobre electrodomésticos, ya con la clara intención de encontrar barbaridades que poder comentar por aquí, me topé con una página (www.givemefile.es) que no poseía instrucciones de ningún secador, ¡pero ojo!, porque a pesar de todo tenían el detalle de ofrecerme enviarles una petición, eso sí.

A ver, vamos a ir por partes, pensé en cuanto leí la primera frase. ¿La búsqueda de manual de usuario para---? Uix, uix, uix. Y es que “la búsqueda de manual” no es correcto (sería la búsqueda del manual, o de un manual). Es decir, la oración “la búsqueda de manual de usuario para secadores” nos da a entender que “Manual” es un tipo, y que, como nos dice justamente después, es “de Usuario”.
A partir de aquí, ya vemos que el rollo es una historia de un tío, que nos han colado bien colada mientras buscábamos instrucciones sobre cómo usar un secador. Secador de cabello, Secadora de pelo no puede ser más que una cosa: un estupendo matrimonio que resulta estar muy unidos –por eso cuando se nombra al esposo, automáticamente se nombra a la mujer. Entonces, hasta aquí vemos que un señor (seguramente un detective o algún periodista), llamado Manual de Usuario, está realizando una búsqueda para el matrimonio Secador de cabello y Secadora de pelo, como claramente nos especifica ya en el título de la historieta “La búsqueda de Manual de Usuario para Secador de Cabello, Secadora de pelo[…]”.
Bien, aclarado este primer punto, pasemos a lo que sigue.
“La elección de fabricante”. Uff, aquí ya entramos en un terreno lingüístico muy complejo. “La elección”, esto queda claro: alguien ha elegido algo. ¿Quién? Nos lo dice luego “de Fabricante”. Bien, aquí ya vamos viendo que la gama de personajes se amplia. Entonces tenemos que Fabricante ha elegido algo, ¿qué ha elegido? ¡Pues la búsqueda que hace Manual de Usuario!
¡Pero cuidado! No debemos olvidar que los protagonistas son el matrimonio Secador y Secadora, y por esta razón el autor del relato nos los cita otra vez, a continuación (sin ton ni son, y un poco a su rollo), para que los tengamos presentes a medida que vamos leyendo.

Bien, muy buen comienzo: el autor se dirige directamente a nosotros, para que nos metamos más en la historia. Empieza por situarnos en el espacio (lo que sería el planteamiento del relato, presentación de personajes, que ya hemos visto, y del espacio donde transcurrirá la acción). “Ud. está en la página[…]”, entiendo, el matrimonio tiene una página web (que esperemos que sea mejor que esta) y nosotros estamos en ella, concretamente “en la sección de búsqueda de manual de usuario”. ¡Oh, cielo santo! ¡Qué giro de trama! ¡Qué emoción!
Tenemos que Fabricante, quien seguramente es un empleado de la página web del matrimonio Secador(a), les ha aconsejado a sus jefes investigar sobre un tema, que seguramente trataran posteriormente en dicha web, y estos, vagos como son los jefes, han enviado a buscar información a Manual, un detective muy amable. Y aquí es donde entra dentro de la trama el lector: no sólo estamos en la web, ¡si no que Manual está buscando información sobre nosotros! (“en la sección de búsqueda de Manual de Usuario”). ¡Somos el malo de la película!

Es obvio, que después del gran trabajo que el matrimonio le ha encargado a Manual, éste deberá concluir algo y, dado que la intención inicial del proyecto era un tema para tratar en la web elegido por Fabricante, Manual se verá obligado a encontrar una forma de escribir una instrucciones para dárselas al señor Secador y a la señora Secadora. Pero este asunto tiene una coletilla final: “tiene que elegir el Fabricante”.
¿Elegir? ¿Es que le harán redactar más de unas instrucciones posibles al pobre Manual? ¿Tan cortos y vagos son el señor y la señora Secador(a)? Se ve que sí, así que Fabricante (quien tampoco se libra de demasiado trabajo en este escabroso asunto de investigación sobre nuestra persona), deberá elegir las instrucciones más básicas y simplonas, para que los jefes logren entenderlas con suprema claridad.

Ahora el autor, que es hábil como un lince, añade otra acción más a la trama: Fabricante debe encontrar su dispositivo en el catálogo. En otras palabras, que Fabricante ha perdido su dispositivo y debe ir hasta Catálogo a ver si lo encuentra. ¿Pero qué es eso que Fabricante ha perdido?
Pero antes de contestar a eso, vuelve a introducir un elemento más (¡oh, malvados escritores! ¡Qué forma tan inhumana de hacer sufrir al pobre lector ingenuo!). Y vamos a ir parte por parte, que al ser un texto tan rico en léxico es de difícil comprensión.
“Entonces Manual de Usuario”, es decir, que en cuanto Fabricante parte hacia Catálogo a ver si encuentra su algo perdido, Manual aprovecha para hacer algo. ¿El qué? “probablemente no está en base de datos” (y eso lo sabemos porque nuestro querido matrimonio protagonista le busca y no le encuentra, porque para ellos no está ahí. El detalle casi inadvertido del adverbio probablemente tiene una clara función humorística, pues visto lo visto –que el matrimonio no es demasiado inteligente-, que para ellos Manual no esté en la Base de Datos (que suponemos, es el lugar de donde trabajan en la web, o sea, que el menda se ha escaqueado del curro), no significa del todo que no esté allí. Nunca podemos fiarnos demasiado de la palabra de Secador(a), más cortitos que largos.

A partir de aquí la trama se complica hasta límites inhóspitos.
-Pero Ud. puede…
Sí, sí, ya lo veo. Que aunque Fabricante esté en Catálago, y Manual esté probablmente desaparecido del trabajo y con serias posibilidades de despido, yo puedo dejar mi “petición en la sección de solicitud de archivo”.
Entendemos que Solicitud de Archivo es un policía, y nosotros le pedimos, a través de una petición escrita, que esta gente deje de espiarnos para colgar instrucciones sobre nosotros en su mierda de web. Y esto, dado que somos héroes valientes, lo hacemos a pesar de que los dos responsables de todo el marrón (entiéndase, Fabricante y Manual) hayan huido a la mínima de cambio, para que Solicitud no pueda encarcelarles por acoso a nuestra intimidad.

A partir de aquí, que ya es el desenlace (siempre abierto, para una posible saga de esta interesante historieta), podemos leer la carta de respuesta de Solicitud, el policía bueno.
-Nuestros expertos encontrarán el archivo Manual instrucciones…”
Y a pesar de la falta de conectores en la frase, ¡el autor es tan bueno que le entendemos igual! Los detectives especiales de la policía han sido mandados a buscar ese archivo que Manual escribió tiempo atrás, las instrucciones de cómo escribir sobre nuestra vida en su web para el matrimonio jefe (instrucciones que, recordemos, debía revistar Fabricante), y así tener pruebas de su acoso hacía nuestra persona y poder encerrarles.
¿Pero somos los únicos interesados en la detención de estos dos villanos? ¡Y la respuesta es no!
-Necesario para Secador de cabello, Secadora de pelo”
¡Ah! ¡Ya se ha descubierto el pastel! El matrimonio no era tan idiota como nos ha hecho creer el admirable autor hasta ahora, ya en el clímax final, sino que ahora inculpan de todo el acoso a dos de sus trabajadores, haciendo necesario para ellos que los detengan, y poder salvar su propio trasero.
O esa es la versión que quieren hacer creer a la pobre policía, pues sus intenciones para Manual son otras bien distintas.
-Y agregarán Manual de Usuario a base de datos después de avisarle por email.
Es decir, que una vez la policía encuentre a Manual, este cruel matrimonio le devolverá a su encubierto trabajo, ¡posiblemente esclavizándolo! Eso sí, nos avisaran por mail, porque de no ser así nunca podríamos conocer el final de esta apasionante historia, y eso sería peor que tener que ver la filmografía de Edward Wood entera (¡y del tirón!).

Y aquí el chiste final: la foto. ¿Es un secador? (que, si recordamos al principio de todo del post, vemos que era del electrodoméstico sobre el que se me ocurrió buscar instrucciones), no, no es un secador. No tiene nada que ver con un secador. ¡Es una maquinilla de afeitar!
Genial, genial. Givemefile no me habéis ayudado a saber cómo usar un secador, pero me he reído mucho con vosotros.
P.D.: No, no he caído en vuestro mensaje subliminal por un mundo sin pelo. ¡No me voy a secar la cabeza con una maquinilla de afeitar! ¡Me encanta tener el pelo largo, gracias!
 ©TIMOTHY

04 febrero 2010

Subjetividad, Bella Subjetividad 007

 
 Tanto tabú en la sociedad;

 
 
tantas medias caras, tanta hipocresía;

 
 

tantísimos anzuelos que nos intentan hacer morder.

 
  

Pero siguen siendo tantos
los sueños
que siempre quedan por alcanzar... 

©TIMOTHY

03 febrero 2010

¡Como mola! (otra de Manolito)

Somos Dioses. Amos del destino (bueno, de nuestro destino). Príncipes de la utopía. Caballeros del futuro. Amantes de la decisión. Somos la ostia, joder.
El caso es que, desde mi rollo esceptico, creo que no está demasiado claro que la realidad exista -en plan exterior, físico y todo eso, o incluso que no exista a secas, porque, que yo sepa, la realidad no piensa. Así que voy a (intentar) explicar mi teoría partiendo de pequeñas citas de Nietzsche (porque sí), y de un pupurri de ideas de Platón, Aristóteles, Descartes y nuestro queridísimo Hume (porque, aunque voy de enterada, es todo una tapadera de soberbia para tapar mi humillante ignorancia).

¡Tú, gran astro! ¡Cuál sería tu fortuna si no tuvieses a aquellos a quienes iluminas!
[Así habló Zaratustra,1.]
Esta es la primera idea a tener en cuenta, para entendernos bien. Si una cosa, y me refiero a cosa material, un perro por ejemplo, no es observado por nadie, ¿en ese momento existe? Podríamos rebatirlo con el cógito, suponiendo que el perro pensase, y suponiendo también que lo hiciese Descartes. El caso es que, ¿y una pierda? ¿Existe si nadie la observa? Yo, personalmente, creo que sí. O que no. O que si. La verdad es que no tengo una opinión clara al respecto..., pero lo que si tengo claro es que las ideas abstractas sólo existen en nuestro tarro (la belleza por ejemplo), entonces tenemos que, si nadie mira "algo bonito", la belleza de ese "algo" no existe. Y, en consequencia, si nosotros (que somos quienes al mirar el "algo" aportamos la belleza y lo nombramos "algo bello") no existiesemos, la belleza tampoco existiría. Y así con todas las ideas más abstractas (que, casualmente, suelen ser las más entretenidas e interesantes). El amor, la amistad, el respeto, el bien, la belleza, el arte, etcétera.
En este punto gozo del efusivo (entiéndase "efusivo" como un sentimiento y ja ja) apoyo de Hume, que no Hume del mío. Lo cual vemos, por ejemplo, en su Tratado de la naturaleza humana cuando, intentando justificar que "la idea de bien" se rige por los sentimientos humanos, nos cuela un rollo sobre la belleza: [...]"Pero si les preguntaseis por la posición y descripción de su belleza, responderian de inmediato que la belleza no está en ninguna de las partes o miembros de una columna, sino que es el resultado del conjunto de estos, cuando esta complicada figura se presenta ante una mente inteligente, capaz de tener tan refinadas sensaciones".
También Platón, en su fantástico dualismo frenético (y casi enfermizo), me da algo de razón: si las ideas restan en el alma, y nos atrevemos a mal entender alma como humano (porque aunque Platón veía el cuerpo como la prisión más oscura del alma, debemos admitir que sin éste el alma nunca aplicaría las ideas aprendidas a las cosas del mundo sensible), entonces vemos que sin humano no hay ideas, y volvemos otra vez a lo mismo. Circular, circular. Sin una mente inteligente no hay ideas inteligentes (y si, reconozco que en esta última oración me he atrevido a parafrasear a Hume, que siempre es más fácil que pensar por uno mismo, la verdad).
Y a pesar de que soy perfectamente consciente de que al principio de este pésimo "artículo" he afirmado que me limitaría a "demostrar" la posible no-existencia de la realidad, acabo de decidir (con un criterio poco convincente), que resulta más interesante para el lector, y más estimulante para mi, alabar a Hume (y con esto quiero decir, para ser más exactos, hablar sobre mi teoría de los sentimientos como motivación superior del ser humano, muy por encima de la razón).
El caso es que siempre, desde Platón (que siempre queda bien nombrarle), vemos que se le da a la razón un prestigio superior al de los sentimientos, e incluso, en ocasiones, se desprestiga los sentimientos y se les ve como algo malo que debemos controlar (siguiendo con Platón podemos ejemplificar esta última afirmación). Entonces llega el segundo trimestre y llegamos a Hume, y yo me siento mucho más segura de mi teoría a favor de los sentimientos.
¿Y si lo que deberíamos controlar y reprimir es la razón y nos los senitmientos? Es decir, la razón es cultural, es algo aprendido (hasta aquí supongo que todos estaremos deacuerdo, y si no es así, qué más da); por contra, los sentimientos son puros y únicos y, fascinantemente, acostumbran a ser universales. Sí, sí, reconozco y apoyo que un sentimiento (por ejemplo, y volviendo a Hume, el asco hacia el asesinato) puede venir dado, al igual que la razón, por un fenómeno cultural, pero aquí no está tan marcada esta influencia.
¿Qué quiero decir con esto? No lo sé. Para Platón esto, en mi, sería una intuición de esas tan chulis, porque sé que lo sé, pero no sé ni cómo ni nada (y me veo obligada a señalar lo divertido de saber algo "con total certeza" sin saber cómo ni cómo demostrarlo).
Conclusión es algo de lo que carece (por completo) este escrito, pero sí tiene un mensaje: más sentir y menos pensar, coño, que si el amor moviera el mundo, y no la razón (olvidemos por un instante que quien mueve el cotarro es la avaricia y el interés), este rollo iría mejor.


P.D.: Que fascinante me resulta el abuso casi insultante de las subordinadas, ya sean coordinadas, adverstavias, yuxtapuestas o adverbiales, que siempre dan un toque cómico y cervantino al escrito en cuestión, y digo cervantino porque Cervantes es el maestro subordinado español, en mi opinión claro, y dicho esto, tal vez le haga un favor al lector si dejara ya de subordinar y me dignase a dormir un rato, sin molestar a nadie.
©TIMOTHY

02 febrero 2010

Txus (que tío tan raro)

Me hace gracia la gente que taxa de ignorante a otra gente por actuar exactamente igual que ellos. Y lo digo por algo (que ya voy superando la manía de hablar por hablar); el otro día, en clase de religión, estabamos repasando el Nuevo Testamento -la vida de Jesús (Txus a partir de ahora)- a través de la iconografía de nosequé iglesia. El caso es que, llegados al punto donde Txus sube el alma de su madre al cielo, una chica, llamémosle Andrómeda, saltó exaltadísima con réplicas de lo inverosímil que le resultaba aquella historia.
-¡Pero cómo alguien se va a creer eso! Que se lleva el alma de su madre al cielo, tss, la gente se lo cree todo -decía, con un tono de voz cercano a la de un energúmeno.
Partiendo de estas impertinencias iniciales, defendió la tan válida teoría de Txus como un ser extraterrestre -de ahí su capacidad curativa y su resucitación, decía-, y que, claro está, Txus no ascendió al cielo por obra divina, sino porque una nave espacial (un ovni, para entendernos), vino a buscarle. Des de luego, Andrómeda nos asegura que ella ha contrastado fuentes tras leer muchos y muchos documentos sobre el tema. Como pequeño anexo añadiré que también hizo referencia a las tres conocidas clases de extraterrestres que habitan entre nosotros (sí, sí, "habitan", en tiempo presente), unos buenos, otros malos y otros de forma humana -si no entendí mal o si mi memoria no me falla.
Pero el tema es que, dejando de lado la evidencia de que, suponiendo que eso fuese cierto, ninguna organización de inteligencia de ningún país (ni siquiera del nuestro) dejaría que se filtrase tal información, dejando de lado esto, el tema es (como decía antes de incorporar molestas suborninadas a esta oración sin final) que es tan inverosímil que Txus curase por obra de Dios que por ser un ser de otra Tierra.
-¡Ignorantes! ¡Ignorantes! ¡Vosotros sois los típicos individuos que se creen todo lo que les dicen! -chillaba.
A ver Adrómeda, a ver querida; "nosotros", ese global al que te referias en aquella clase, somos agnósticos, pero asumiendo que fuesemos católicos apostólicos romanos y nos tragásemos absolutamente todo lo que la Iglesia dice, no deja de ser menos cierto que tu haces exactamente lo mismo "con tus fuente extraterrestre contrastadas", ¿verdad?
¡Un poco de porfavor hombre!, que ya somos todos mayorcitos. ¿Qué es eso de taxar de algo a alguien sin más? Por taxar algo, pá pasar el rato. Bien, bien, pero no le des argumentos al enemigo (que en este caso, vengo siendo yo y mi moletado orgullo teologista), porque el contraste que has hecho entre fuente y fuente podríamos dejarlo sumergido a un segundo plano (ja ja para aquellos que pillen el juego de palabras, y les haga gracia).
Por mi parte, yo tengo clarísimo que nadie curó a nadie ni nadie resucitó, pero como amante de la teología (lo que no incluye ser creiente), digo que todo eso son metáforas, cuentecillos con mensaje que se les llama, para dar a entender algo. Pero la gente hace cosas raras, como interpretar la Bílbia en sentido literal. Me pregunto qué pasaría si ahora me diese a mi por creerme y predicar a viva voz el rollo de la fábula de la tortuga y la liebre (ja ja de nuevo).
Lo que quiero decir, si es que quiero decir algo, es que debemos ir con mucho cuidado con aquello en lo que creemos, porque está claro que va a mover nuestra vida.

Y para acabar, sólo decir, que yo creo en un agujero negro en el techo de mi cuarto, que lleva al paraíso del polvo, y es de ahí de donde se cuela, día a día, noche a noche. Pero claro, hasta que no tenga las fuentes suficientemente bien contrastadas, nada de chillarle a nadie en clase, gracias.
©TIMOTHY
Volvía a tener el mismo sueño.
Abre los ojos y mira hacia arriba, ve el cielo transformado en un espejo que refleja el patio donde está sentada. La luz solar nace en todos los horizontes, pero ni rastro del astro Sol. Baja la mirada hacia el frente. El olivo sonríe y conversa con los abetos tranquilamente, hablan del nuevo nacimiento de un hada de jardín, esas hadas diminutas que cuidan de las plantas y pintan las flores de distintos colores. La nueva hada todavía no tiene alas, pero ya le están creciendo el pelo dorado y los pies de cristal azul, y se le están abriendo los ojos ciegos de plata.
Ella se sonríe al escuchar la conversación, le parece divertida. El olivo tiene una voz melosa que empalaga la purpurina que flota en el aire y se pega a él.
En las cinco sillas de la mesa que ella no está ocupando, descubre a cinco elfos, todos desnudos y con un toque de magia efímera.
Era exactamente el mismo sueño otra vez.

-¿Que por qué tendemos a soñar con fantasía? Jolin Emma, pues porque son sueños.


©TIMOTHY