03 febrero 2010

¡Como mola! (otra de Manolito)

Somos Dioses. Amos del destino (bueno, de nuestro destino). Príncipes de la utopía. Caballeros del futuro. Amantes de la decisión. Somos la ostia, joder.
El caso es que, desde mi rollo esceptico, creo que no está demasiado claro que la realidad exista -en plan exterior, físico y todo eso, o incluso que no exista a secas, porque, que yo sepa, la realidad no piensa. Así que voy a (intentar) explicar mi teoría partiendo de pequeñas citas de Nietzsche (porque sí), y de un pupurri de ideas de Platón, Aristóteles, Descartes y nuestro queridísimo Hume (porque, aunque voy de enterada, es todo una tapadera de soberbia para tapar mi humillante ignorancia).

¡Tú, gran astro! ¡Cuál sería tu fortuna si no tuvieses a aquellos a quienes iluminas!
[Así habló Zaratustra,1.]
Esta es la primera idea a tener en cuenta, para entendernos bien. Si una cosa, y me refiero a cosa material, un perro por ejemplo, no es observado por nadie, ¿en ese momento existe? Podríamos rebatirlo con el cógito, suponiendo que el perro pensase, y suponiendo también que lo hiciese Descartes. El caso es que, ¿y una pierda? ¿Existe si nadie la observa? Yo, personalmente, creo que sí. O que no. O que si. La verdad es que no tengo una opinión clara al respecto..., pero lo que si tengo claro es que las ideas abstractas sólo existen en nuestro tarro (la belleza por ejemplo), entonces tenemos que, si nadie mira "algo bonito", la belleza de ese "algo" no existe. Y, en consequencia, si nosotros (que somos quienes al mirar el "algo" aportamos la belleza y lo nombramos "algo bello") no existiesemos, la belleza tampoco existiría. Y así con todas las ideas más abstractas (que, casualmente, suelen ser las más entretenidas e interesantes). El amor, la amistad, el respeto, el bien, la belleza, el arte, etcétera.
En este punto gozo del efusivo (entiéndase "efusivo" como un sentimiento y ja ja) apoyo de Hume, que no Hume del mío. Lo cual vemos, por ejemplo, en su Tratado de la naturaleza humana cuando, intentando justificar que "la idea de bien" se rige por los sentimientos humanos, nos cuela un rollo sobre la belleza: [...]"Pero si les preguntaseis por la posición y descripción de su belleza, responderian de inmediato que la belleza no está en ninguna de las partes o miembros de una columna, sino que es el resultado del conjunto de estos, cuando esta complicada figura se presenta ante una mente inteligente, capaz de tener tan refinadas sensaciones".
También Platón, en su fantástico dualismo frenético (y casi enfermizo), me da algo de razón: si las ideas restan en el alma, y nos atrevemos a mal entender alma como humano (porque aunque Platón veía el cuerpo como la prisión más oscura del alma, debemos admitir que sin éste el alma nunca aplicaría las ideas aprendidas a las cosas del mundo sensible), entonces vemos que sin humano no hay ideas, y volvemos otra vez a lo mismo. Circular, circular. Sin una mente inteligente no hay ideas inteligentes (y si, reconozco que en esta última oración me he atrevido a parafrasear a Hume, que siempre es más fácil que pensar por uno mismo, la verdad).
Y a pesar de que soy perfectamente consciente de que al principio de este pésimo "artículo" he afirmado que me limitaría a "demostrar" la posible no-existencia de la realidad, acabo de decidir (con un criterio poco convincente), que resulta más interesante para el lector, y más estimulante para mi, alabar a Hume (y con esto quiero decir, para ser más exactos, hablar sobre mi teoría de los sentimientos como motivación superior del ser humano, muy por encima de la razón).
El caso es que siempre, desde Platón (que siempre queda bien nombrarle), vemos que se le da a la razón un prestigio superior al de los sentimientos, e incluso, en ocasiones, se desprestiga los sentimientos y se les ve como algo malo que debemos controlar (siguiendo con Platón podemos ejemplificar esta última afirmación). Entonces llega el segundo trimestre y llegamos a Hume, y yo me siento mucho más segura de mi teoría a favor de los sentimientos.
¿Y si lo que deberíamos controlar y reprimir es la razón y nos los senitmientos? Es decir, la razón es cultural, es algo aprendido (hasta aquí supongo que todos estaremos deacuerdo, y si no es así, qué más da); por contra, los sentimientos son puros y únicos y, fascinantemente, acostumbran a ser universales. Sí, sí, reconozco y apoyo que un sentimiento (por ejemplo, y volviendo a Hume, el asco hacia el asesinato) puede venir dado, al igual que la razón, por un fenómeno cultural, pero aquí no está tan marcada esta influencia.
¿Qué quiero decir con esto? No lo sé. Para Platón esto, en mi, sería una intuición de esas tan chulis, porque sé que lo sé, pero no sé ni cómo ni nada (y me veo obligada a señalar lo divertido de saber algo "con total certeza" sin saber cómo ni cómo demostrarlo).
Conclusión es algo de lo que carece (por completo) este escrito, pero sí tiene un mensaje: más sentir y menos pensar, coño, que si el amor moviera el mundo, y no la razón (olvidemos por un instante que quien mueve el cotarro es la avaricia y el interés), este rollo iría mejor.


P.D.: Que fascinante me resulta el abuso casi insultante de las subordinadas, ya sean coordinadas, adverstavias, yuxtapuestas o adverbiales, que siempre dan un toque cómico y cervantino al escrito en cuestión, y digo cervantino porque Cervantes es el maestro subordinado español, en mi opinión claro, y dicho esto, tal vez le haga un favor al lector si dejara ya de subordinar y me dignase a dormir un rato, sin molestar a nadie.
©TIMOTHY

No hay comentarios:

Publicar un comentario